Ulises pudo escuchar el canto de las sirenas porque se
mando atar a un mástil. Yo no tengo ningun mástil, pero
igual que Ulises me veo tentado por ese infernal canto,
por esos susurros sublimes y esas formas engañosas.
Me veo tentado por el erotismo de criaturas místicas.
Pero yo no soy Ulises, no tengo ni pizca de su ingenio y
valentia. Soy un pobre remedo con mucha cobardia, soy
el león de Oz en busca de su coraje. Yo decidí no escuchar,
aunque esos ecos clamaban por llegar a mi, decidí no
morir feliz, decidí vivir con miedo y huí;por ultimo, eso es
lo que siempre e hecho.
Y ahora me pregunto, ¿hasta cuando mi cobardia me frenará?,
¿hasta cuando seré el pelele que soy?
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