Estamos aquí para desaprender las
enseñanzas de la iglesia, el estado
y nuestro sistema educativo.

Estamos aquí para tomar cerveza.

Estamos aquí para matar la guerra.

Estamos aquí para reírnos del destino
y vivir tan bien nuestra vida que
la muerte tiemble al recibirnos

Charles Bukowski...

15 febrero 2009

Poemas anacrónicamente amorosos

Ya que ayer fue 14, día del amor, la amistad y del consumismo exacerbado de este sistema capitalista y mañana se supone que es el "Lunes Literario", posteo hoy algunos poemas de Quevedo y Bécquer.Poemas dedicados al amor eterno y al amor imposible. Para todas las personas enamoradas, que capaz ayer la pasaron con su media naranja,solos o con su vieja(que por último es la persona que siempre nos va ha amar incondicionalmente).Para todos ellos va.


AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo y Villegas


Rima XI

Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
No es a ti, no.

Mi frente es pálida, mis trenzas de oro:
puedo brindarte dichas sin fin,
yo de ternuras guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
No, no es a ti.

Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible:
no puedo amarte.
¡Oh ven, ven tú!



RIMA XIV

Te vi un punto y, flotando ante mis ojos,
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura orlada en fuego
que flota y ciega si se mira al sol.

Adondequiera que la vista clavo,
torno a ver las pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti, que es tu mirada,
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir;
cuando duermo los siento que se ciernen,
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer;
yo me siento arrastrado por tus ojos,
pero adónde me arrastran, no lo sé.

Gustavo Adolfo Bécquer


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